Por: José María Enríquez, Psicólogo infantil.

Hoy en día todos los adultos que convivimos con niños, buscamos herramientas que nos faciliten comprender el comportamiento de los niños, para conocer como manejar las conductas negativas que se manifiestan en casa, el colegio o lugares sociales.

Las nuevas generaciones de padres de familia, han pugnado por ser conscientes del hecho puntual de no replicar las pautas de violencia y castigo físico con los pequeños del hogar, que quizá vivieron ellos mismos durante su infancia; es decir, generar un cambio en la crianza emocional y conductual de los menores.

Sin embargo, como todos los extremos, caer en la permisividad total, sin un ambiente de reglas familiares y de consecuencias negativas por el mal comportamiento, pueden traer efectos contraproducentes en el desarrollo infantojuvenil.

Cuando oímos hablar de disciplina, a veces pensamos que hacemos referencia automática a los comportamientos inadecuados que tienen que ser castigados; sin embargo, disciplinar a un niño, abarca aspectos tales como fortalecer su motivación, el apego seguro (apoyar, elogiar, prestarles atención, compartir tiempo y actividades con el infante), habilidades de escucha activa y de conversación, límites claros, guiar, usar consecuencias naturales y lógicas, etc. La investigación actual demuestra, que el uso de reprimendas físicas o golpes para que el niño deje de hacer un berrinche o detenga una conducta inaceptable, no funciona para enseñar el comportamiento positivo ni evita que en el futuro vuelva a ocurrir el comportamiento inadecuado. Lo mejor será cambiar estos estilos de crianza, y optar por aprender a reforzar las conductas positivas dentro y fuera del hogar.

Mamá y papá, me gustaría compartirte algunos tips para que mejores tus habilidades parentales para fomentar comportamientos prosociales en tus hijos:

Usa ante todo la regla “Primero… luego”; por ejemplo, primero haces la tarea y luego ocupas la tableta, primero terminas de comer y luego sales a jugar, siempre recuerda emplear pequeños refuerzos tangibles.

•Brinda diariamente un tiempo de calidad a su lado, durante 15 minutos, sin distractores (celulares, hermanitos, TV) en este espacio realiza alguna actividad que sea agradable para tu hijo, deja que él o ella la elijan, practíquenla todos los días y póngale un nombre; por ejemplo, el rato de juego de amigos, el momento especial o divertido, tarde de café de amigas.

•Comienza a elogiar todos los esfuerzos del niño por mejorar en aquellas conductas negativas; por ejemplo, si no te hace caso para recoger los juguetes, pero si te obedeció al decirle que te ayudará a servir el postre, elógialo inmediatamente por ese comportamiento adecuado con una breve frase motivadora, un gesto de aprobación y contacto físico de afecto.

•Como adulto, trabaja en aprender a manejar o controlar tu estrés y enojo, ya que puede deteriorar tu potencial para educar y para manejar positivamente la conducta de tus pequeños.

•Establece consecuencias para las malas acciones de tu hijo y asegúrate que estas, le ayuden a aprender; por ejemplo, si el niño rompe una silla por darle mal uso, una consecuencia puede ser realizar trabajos extra en casa para pagar el arreglo de la misma o la compra de una nueva.

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