Existen ciertos sonidos que hacen que todos se estremezcan, por ejemplo, el rasgueo estridente de la tiza en la pizarra o el penetrante chirrido de los frenos del tren entrando en la estación. Estos ruidos pueden provocar, literalmente, dolor, piel de gallina o contracción de los músculos del cuello debido a su intensidad, esto se denomina misofonía.

Pero, ¿cuándo es patológica esta percepción?

Existen tres fenómenos que son nosológicamente diferentes que se encuadran bajo el concepto de hipersensibilidad al ruido:

  • Hiperacusia
  • Fonofobia
  • Misofonía

Las personas afectadas reaccionan al ruido ambiental normal con un alto grado de sufrimiento subjetivo y, a menudo, con un comportamiento de evitación.

Hiperacusia

Es una hipersensibilidad subjetiva calificada negativamente a los sonidos de volumen normal en todo, por debajo de 70–80 dB, decibelios.

Dicha hipersensibilidad genera reacciones psicológicas como: inquietud, fluctuaciones en la concentración, miedo, pánico, frustración, sobresalto, aumento o disminución de la presión arterial, bradicardia o taquicardia, aumento de la sudoración, sequedad de boca, sensación de dolor localizado en la zona del oído, aumento del tono muscular, especialmente en la zona de los hombros y el cuello, y alejamiento de la fuente del ruido (Schwemmle & Arens, 2022).

Fonofobia

Hace referencia al miedo o aversión general a los sonidos.

Las personas afectadas de fonofobia suelen tener un miedo constante a los posibles ruidos fuertes y también a la posible aparición de un fenómeno acústico. Es decir que, el estruendo o la música a todo volumen no tienen que estar presentes en el momento para desencadenar el miedo al ruido (Schwemmle & Arens, 2022).

Misofonía

La misofonía se define como una reacción emocional y conductual anormalmente fuerte a sonidos particulares o grupos de sonidos con un patrón y significado específico para la persona que la padece, por ejemplo, sonidos de masticación o sonidos de sorbos (Aazh, et. al, 2019).

Inmediatamente después de la percepción de los ruidos desencadenantes, los afectados reaccionan emocional y reflexivamente con ira, irritación, agresión, disgusto, huida apresurada, por ejemplo, de la mesa del comedor, asco entre otras.

También pueden presentarse golpes a la persona que genera el ruido, agresiones verbales o ataques a objetos del entorno (Schwemmle & Arens, 2022).

Los cambios objetivos son un aumento en la frecuencia cardíaca, sudoración, dificultad para respirar y cambios en la presión arterial.

La reacción emocional es individual y depende del tipo de ruido, la experiencia personal previa, el contexto social o el perfil psicológico de la persona afectada (Aazh, et. al, 2019). Sin embargo, las reacciones suelen ser más pronunciadas cuando el desencadenante es producido por familiares o personas cercanas.

Los síntomas generalmente, comienzan con un ruido desencadenante específico y a largo plazo, en más del 70% de los afectados pueden extenderse a otros ruidos.

Las reacciones misofónicas, por lo general suelen presentarse por primera vez al final de la escuela primaria o en la pubertad temprana. El riesgo de padecer misofonía puede ser mayor al comienzo de la pubertad debido a los cambios hormonales, y a las fases sensibles o vulnerables del desarrollo cerebral (Schwemmle & Arens, 2022).

Desencadenantes de la misofonía

Los desencadenantes, en su mayoría son “sonidos del cuerpo humano”, principalmente sonidos como:

  • Tragar
  • Golpear
  • Sorber
  • Masticar
  • Llorar
  • Sonidos de respiración

Impacto de la misofonía en la vida de las personas afectadas

A pesar de que las personas afectadas, reconocen que su reacción y la pérdida de autocontrol es infundada e inaceptable, no pueden evitar reaccionar de la forma que lo hacen.

La misofonía puede tener un gran impacto en la vida de quien la padece, provocando discapacidad y aislamiento social debido a que los afectados suelen mostrar conductas de evitación que restringen su rango de movimiento, rompen los contactos sociales, y en casos extremos casi nunca salen de su propio espacio vital, no utilizan el transporte público, abandonan la formación o los estudios y no pueden trabajar, y si lo hacen es de una forma muy limitada. También pueden presentar pensamientos suicidas.

En los casos de los niños que padecen misofonía, se ha encontrado que estos no pueden comer con la familia o ir a la escuela (Schwemmle & Arens, 2022).

Si la persona afectada no puede evitar el ruido o si un ruido desencadenante llega inesperadamente, el resultado es la huida o la confrontación.

Causas de la misofonía y comorbilidades

Suelen estar relacionadas con causas audiológicas, psiquiátricas, cognitivo-conductuales, neurológicas y genéticas.

Aún no se ha aclarado en qué medida debe evaluarse como una enfermedad independiente o es un síntoma asociado a otras enfermedades (Schwemmle & Arens, 2022). Sin embargo, diversos estudios han descrito comorbilidades de la misofonía con:

Acúfenos

Trastornos del espectro autista:  

-Migrañas

Trastornos borderline

-Hiperacusia

-Trastorno bipolar

-Esquizofrenia

-Trastornos de estrés postraumático Ansiedad-Depresión

-Trastornos obsesivo-compulsivo

-Trastornos alimentarios

Trastorno de la misofonía

Aunque la misofonía no figura en ningún sistema de clasificación psiquiátrica importante, algunas clínicas psiquiátricas han informado que tratan a estos pacientes.

La terapia multimodal ha dado muy buenos resultados, y se basa en la aclaración de posibles conexiones, información sobre esta hipersensibilidad particular al ruido y posibles estrategias de afrontamiento, modificaciones en la vida cotidiana, también sobre posibles cambios de carrera y sobre la relación entre alguna experiencia psiquiátrica o psicológica.

Las estrategias de afrontamiento incluyen:

  • Evitar o alejarse de las situaciones desencadenantes.
  • Imitar los sonidos desencadenantes para contrarrestar sus efectos    emocionales y/o conductuales.
  • Hablar abiertamente sobre la misofonía.
  • Usar tapones para los oídos o auriculares con cancelación de ruido.
  • Escuchar música.
  • Tener un diálogo interno positivo para calmar.
  • Pedir o incitar a otros a que no hagan los sonidos o ruidos que desencadenan el trastorno.
  • Crear planes de afrontamiento para toda la familia.Actualmente no existe un tratamiento farmacológico para la misofonía, pero en el caso de los trastornos mentales comórbidos, la ansiedad puede ser un mediador importante en la relación entre la misofonía y los estallidos de ira. Dado que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina reducen la ansiedad, estos pueden representar una opción terapéutica para los impulsos agresivos en la misofonía.

    Se ha encontrado que el tratamiento farmacológico con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina reduce la ansiedad, los cuales pueden representar una opción terapéutica para los impulsos agresivos en la misofonía (Schwemmle & Arens, 2022).

    Si quieres conocer más sobre otras enfermedades raras, te invitamos a leer el siguiente artículo, escrito, también por la doctora Nancy Castrillón: ¿Cómo se vive con una enfermedad rara?

Vía: https://blog.elartedesabervivir.com/

 

Sobre Nancy Castrillón: Es Licenciada en psicología y magister en Neurorrehabilitación; Humanidades: Historia, Filosofía, Arte y Literatura y en cronicidad y dependencia. Actualmente trabaja como psicoterapeuta en Barcelona, y forma parte de la Asociación Internacional de Psicoanálisis y Psicoterapia Relacional (IARPP). Cuenta con amplia experiencia en el maltrato, abusos sexuales, conductas autolesivas, acoso escolar y trastorno por estrés postraumático en la infancia y la adolescencia. Además, posee experiencia y formación académica en el campo de las enfermedades raras o de baja prevalencia, enfermedades neurodegenerativas y discapacidad. También tiene experiencia en el área de recursos humanos y la banca privada.