Por: P. Juan Antonio Torres, L.C.

La madre tiene la bella misión de engendrar hijos para la vida. Esta misión tiene una doble fase: La primera es la de traerlos a este mundo después de llevarlos con mucho amor en su seno por nueve meses; la segunda es la de educarlos para hacer frente a la vida del mundo real. Ambas fases son sumamente delicadas e importantes, pero la segunda requiere más habilidades, atención, paciencia y preparación. Según algunos estudiosos, la generación actual de padres de familia es una generación de padres consentidores. Se caracteriza por sobre proteger y sobre consentir a los hijos.

Esta nueva generación de hijos está acostumbrada a gastar con lo que les da la familia, con poco sentido de responsabilidad. Un estudio realizado por la Universidad Brigham Young, de Estados Unidos, llegó a las siguientes conclusiones a partir de 5000 encuestas con muchachos de 12 a 19 años, que se publicó en el número de julio del 2010, en el Journal of Studieson Alcohol and Drugs (http://www.jsad.com):

Si los padres son severos, pero a la vez cercanos y cálidos, los adolescentes se emborrachan menos. Si los padres son estrictos en horarios y normas de casa, pero la relación con sus hijos es fría o meramente autoritaria, los muchachos tendrán mayor riesgo de abusar del alcohol. De hecho, el riesgo será más del doble. Si los padres son cercanos, afables y cariñosos, pero no ponen límites a sus hijos y no ponen los horarios o normas de casa, los muchachos abusarán también del alcohol; con estos padres, el riesgo de abusar del alcohol se triplica. La fórmula ideal es ser estricto con las normas y horarios de la familia, y asegurarse de que el joven rinde cuentas de dónde va y con quién, pero manteniéndose cálido, afable y acogedor en el trato con el adolescente.

El estudio demuestra, por primera vez, que la actitud de los padres es importantísima para evitar que los jóvenes abusen del alcohol. Además, se muestra que los jóvenes que tienen padres estrictos y cálidos, a la vez, también suelen tener amigos que beben poco o moderadamente.

“Los padres necesitan combinar una relación cálida, amorosa, con sus hijos y, al mismo tiempo, saber bien cómo pasan el tiempo fuera de casa”. Es lo que en inglés se llama “accountability”, es decir, “rendir cuentas”.

La fórmula mágica de la adecuada educación es la aplicación práctica del principio “cariñoso en el trato, pero firme en lo esencial”.

Algunas sugerencias de acción:

Los límites tienen que ser reales: El castigo o el premio tiene que cumplirse; de lo contrario se pierde autoridad y los valores pierden significado. Si la mamá dice algo, el papá la tiene que apoyar. Por ejemplo, si el hijo llega tarde, al día siguiente ya no se le dará permiso de salir con los amigos, como se le había advertido.

Si no quiere colaborar en las tareas de la casa, la mamá tiene que ponerse firme y no dejarlo salir con los amigos hasta que termine su responsabilidad. Pero también hay que saber convivir con los defectos y deficiencias de los hijos cuando son debidos a la inadvertencia o por debilidad. “Un error es el que se comete dos veces”.

Los papás muy regañones hacen imposible el diálogo y generan un clima de desconfianza. Los gritos continuos, los arrebatos de ira y los insultos, generan temor, distancia, frialdad, desconfianza; el hijo nunca podrá expresar el propio punto de vista. Sentirá siempre frialdad y distancia ante cualquier tipo de autoridad.

Esa desconfianza generará inhibición en el niño para desarrollar sus propios talentos y capacidades; crecerá con complejo de inutilidad, baja autoestima y frustración. La sana costumbre de hacer una breve oración al momento de levantarse de la cama en la mañana o al irse a dormir en la noche es uno de los regalos más preciosos que se pueden dar a los hijos; un regalo que los acompañará por el resto de su vida.

Esas plegarias sencillas y pegajosas serán para ellos como esa diminuta luz que ilumina el cuarto en la noche. En los momentos de oscuridad y turbación, será para muchos su única tabla que les ayude a salir adelante en las dificultades. Y no digamos la santa misa dominical o el rezo del santo rosario; son hábitos que marcan una sólida jerarquía de valores. En domingo, primero la misa y luego lo demás.

Finalmente es extraordinariamente necesario generar un clima de confianza en el hogar, para que los hijos cuenten con sus papás para todo y en cualquier momento. Que tengan claro que sus papás están para ayudarlos, pase lo que pase. Que sean francos y transparentes con ellos. Las mamás de hoy tienen una tarea muy compleja y desafiante. Requiere mayor preparación y presencia en la vida cotidiana de sus hijos para encaminarlos a la realización de su vida de manera plena.