Por: Mario Durán

Esta película dirigida por Guillermo del Toro nos invita a la reflexión, pero esto con un fuerte golpe en el rostro y el corazón, acompañado por un mundo de fantasía que nos recuerda un poco a “El gran pez” bajo una fábula de un rencor del pasado, que al no ser tratado de la forma correcta, carcome el presente y no deja nada bueno para el futuro.

La mentira domina la mentalidad, y al creerla como real, la llevamos a un grado donde no llegamos a diferenciar si aquello que un día surgió como un invento (sea cual sea el motivo), nos hace estar automáticamente perdidos y nuestro destino será el peor de todos. ¿Hasta dónde puede llegar tu ambición?… ¿Hasta qué grado existe maldad dentro del ser humano?… Tienes todo, entonces ¿por qué quieres más?… ¿A qué se debe que existan personas encaminadas a convertirse en monstruos?…

De eso va “El callejón de las almas perdidas” la cual nos ubica a finales de los años 30 en Estados Unidos. Stanton Carlisle es un hombre que trata de forjarse un futuro prometedor. Su primer destino es acabar trabajando en un circo, donde conocerá a todo tipo de singulares personajes. Este lugar recoge a diferentes talentos, de los que Stanton sabrá sacarles partido, como es el caso de Molly, una joven extraordinaria con la que se marchará a la ciudad para crear su propio espectáculo. Pero, no satisfecho con este triunfo, Stanto se aliará con una misteriosa mujer llamada Lillith para crear un peligroso entramado para alcanzar el mayor éxito posible, jugando con fuego.

El poder visual de la cinta nos atrapa desde los primeros minutos, acompañada por una fotografía exquisita, vestuarios y ambientación de época y, lo mejor de todo, actores de primera calidad, quienes nos brindan interesantes interpretaciones; principalmente destacamos a su protagonista Bradley Cooper, que a mi parecer nos entrega una de sus mejores actuaciones, pero esto también se logra gracias a los papeles de Rooney Mara, Cate Blanchett, Toni Collette, Willem Dafoe, David Strathairn, Richard Jenkins, Mark Povinelli, Ron Perlman, Holt McCallany, Jim Beaver y Mary Steenburgen, cada uno pieza muy importante para la vida de Stanton y los cuales con sus charlas de conocimiento y consejos, le irán proporcionando el apoyo que tanto buscaba y que deberá tomar si es que tiene el deseo de seguir un camino positivo, lejos de ese detalle emocional que lo carcome y del que se nos va revelando por medio de flashbacks durante la historia, un acto de cobardía, de maldad, de crueldad absoluta que tarde o temprano le cobrará factura…

La enseñanza de esta cinta que para disfrutarla debemos apreciarla con calma en sus dos horas y media de duración, es invitarnos a caminar por la vida haciendo lo correcto, respetando los límites y apreciando las oportunidades que se nos dan, más no buscando convertirnos en monstruos por la debilidad de nuestros actos fallidos.