Por: José María Enríquez, Psicólogo infantil
Foto: Antonio Escamilla
Cuando los bebés nacen, tienen un temperamento determinado que se trata de una aproximación biológica de su personalidad, la cual es heredada genéticamente y es difícil de cambiar.
Por lo contrario, el carácter de un infante es un constructo adquirido, como consecuencia de
las experiencias que tiene con sus entornos inmediatos, tales como, la familia, los padres, la escuela, los amigos, etc., por lo cual, se moldea y se aprende, mismo que se puede modificar bajo ciertas orientaciones conductuales.
Casi todos, hemos convivido en algún momento con algún niño o niña que tiene un carácter muy fuerte o que su temperamento es difícil y genera reacciones exageradas
si no les brindas toda tu atención en el momento que lo pide.
Un niño de alta demanda es, precisamente, aquel que suele ser muy sensible al contexto, lo que genera reactividad, tiene mucha energía, es muy intenso, es exigente, se aburre fácilmente, no le gusta quedarse solo, necesita demasiado a otro adulto, para autorregular sus emociones, pide atención y contacto físico constante, es como si, difícilmente se viera satisfecho en lo que quiere o busca, por lo cual, es complicado de calmar o satisfacer.
La intención del término alta demanda no es crear una etiqueta, ni suponer una psicopatología en el niño, simplemente es una aproximación de empatía hacia la realidad que viven, hoy en día, muchos padres de familia, ya que, desde que nacen sus hijos suelen observar que son pequeños difíciles de calmar, tranquilizar o satisfacer en sus diferentes demandas diarias.
Lo mas importante siempre será iniciar identificando si el niño tiene características similares a un infante de alta de demanda y después, continuar con los siguientes consejos:
•Ante las dificultades de regulación emocional, debe tenerse en cuenta el estado emocional del niño y, cuando se requiera, exponerlo a situaciones que lo saquen de su “zona de confort” o a algún cambio, en donde presente alguna resistencia, se sugiere hacerlo cuando esté más contento, evitando realizarlo cuando esté con un estado de ánimo negativo.
•Utilice la distracción y situaciones sorpresa para sacarle de las conductas no deseadas, con el n de cambiarle su estado emocional, ofreciéndole elección, siempre que sea posible.
•Emplear instrucciones proactivas positivas cuando queremos cambiar; por ejemplo, la no obediencia, recurriendo a aspectos positivos de su interés, como bromas o juegos que les gusten, que los vuelva más receptivos emocionalmente. Si se bloquea, hay que distraerlo con actividades placenteras y luego intentarlo de nuevo.
•Utilice, como adulto, un lenguaje positivo, claro y conciso, con un tono de voz bajo, cuando se dirija al infante, esto es esencial en la disminución de situaciones disruptivas.
•Ser positivos, preste atención cuando su hijo se porte bien o tenga reacciones emocionales asertivas y elógielo, no tema consentirle demasiado por darle demasiados elogios, siempre brinde elogios específicos, para que sepa el niño qué es lo que le está elogiando, transmítaselo con alegría, sonriendo y con gestos de aprobación, siempre de forma inmediata a la conducta positiva.
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