Jazmin Grace Grimaldi, hija del príncipe Alberto de Mónaco y Tamara Rotolo tras haber adquirido una impresionante mansión en Hollywood Hills, tal y como ha informado la revista Dirt.

La propiedad, construida en 1965, entraba hace unas semanas en una puja por valor de 2,6 millones de dólares. Pero la guerra de ofertas de diferentes posibles compradores llevó a alzarla hasta los 3,3 millones de dólares con los que Jazmin Grace puso punto y final a esta desorbitada puja.

En contrapartida, la hija mayor de Alberto de Mónaco cuenta ya con una villa de tres plantas y alrededor de 213 metros cuadrados de espacio. Cuenta con tres dormitorios, tres baños completos y una fantástica vista de Los Ángeles.

Un punto a favor adicional son los suelos de mármol noble. “La ubicación de la casa es ideal para una persona que busca tranquilidad en un área residencial, pero a solo minutos de Sunset Strip y de algunos de los mejores clubes nocturnos, restaurantes y tiendas de Los Ángeles, así como de cañones naturales y numerosas rutas de senderismo”, indica la mencionada revista incluyendo varias fotos de la villa.

¿Podría ser esta la casa en la que Jazmin Grace tiene pensado dar un paso más en su relación con Ian Mellencamp, su novio desde 2016? Solo el tiempo dirá si será así y ambos se animan a darse el “sí, quiero” y a formar una familia.

La desorbitada suma de esta mansión ha dado que pensar a los medios. ¿Ayuda el príncipe Alberto a su hija? Todo apunta a que sí. Jazmin es cantante y actriz. A sus 30 años, ha realizado diferentes trabajos pero, sin embargo, su gran avance no se ha materializado hasta el momento.

Posiblemente el Príncipe Alberto esté ayudando a su hija. Cuando el monegasco confesó a sus hijos ilegítimos, prometió en el programa de entrevistas Larry King que cuidaría económicamente de su descendencia. Y aparentemente, el Príncipe Alberto también le permite a Jazmin Grace llevar una vida de lujo. El soberano “le da una generosa parte del fondo fiduciario familiar, del que recibe una asignación”, informa Nouveau.

Vía: Lecturas

Por: Cristina R. Bareño