Daniela Gutiérrez de Velasco, Healthy Baby Food México.
Muchas felicidades a todas las mamás en este mes de mayo, en el que valoramos y agradecemos todo el amor, cariño y paciencia que nos dan, durante todo el año. ¡Una mamá siempre será el pilar para toda la familia!
El instinto maternal lo tenemos desde niñas, el cual nos motivó a cuidar a nuestras muñecas, imaginando que eran bebés de verdad, a los que les dimos de comer, les cambiamos la ropa, arrullamos y dormimos; desde entonces, y por medio del juego, iniciamos nuestra preparación hacia la maternidad, sin darnos siquiera cuenta.
Conforme fuimos creciendo, nuestra mamá se volvió nuestra más grande admiración, queríamos hacer todo lo que ella hacía, vestirnos con su ropa y ponernos sus zapatos, maquillar- nos con sus pinturas, acompañarla a donde ella fuese, en otras palabras, se convirtió en nuestro ejemplo a seguir.
En la pubertad las cosas cambian, buscamos independencia y nuestra propia identidad; por lo tanto, queríamos hacer lo opuesto a nuestra mamá, ya no queremos vestirnos como ella, ni recibir abrazos en público. En lo personal, aún no llego a esta etapa con mis hijos, pero si pasé por ella y me imagino que debe ser años dificiles en la maternidad, sobre todo porque muchas veces coincide la pubertad con la menopausia (también llamada la segunda adolescencia de la mujer), dos etapas que se vuelven una bomba de hormonas en la casa.
Cuando pensamos que encontramos nuestra propia identidad, llega la etapa del enamoramiento y con ella muchas hormonas que, en cierta forma, nos incitan a hacer cosas a escondidas de nuestros padres, tratando de probar nuestra ansiada libertad e independencia. En esta etapa es muy importante la presencia de la mamá con sus sabios consejos y abrazos, en momentos de aprendizaje y desamor.
Una mamá reza todos los días para que sus hijos encuentren a la pareja que los ame, cuide y respete; pero es decisión de cada uno elegir a la persona con quien compartirá el resto de su vida y lo más importante, con quién formará una familia. Es esta etapa, la que personalmente más me gusta, cuando nos convertimos en mamá, porque es cuando por fin podemos apreciar y valorar todos los años de esfuerzo y amor que nuestra mamá nos ha dedicado; cuestionádonos casi todos los días ¿cómo le hizo ella?, volvemos a recordar cada etapa vivida, pero ahora nos toca a nosotras ser la mamá, la que apoya, la que cuida, la que alimenta, la que se desvela, la que es capaz de dar hasta su propia vida por amor a sus hijos.
Ese instinto maternal con el cual nacemos se vuelve fuente viva de sabiduría y nos va guiando durante cada etapa de nuestros hijos. Muchas cosas las vamos aprendiendo junto con ellos, anteponiendo nuestro tiempo y nuestro cariño para que crezcan con seguridad y que a futuro, puedan tomar sus propias decisiones.