Por: Tere Díaz, Psicoterapeuta.
Al pensar en familia nos viene a la cabeza la foto de una mamá, un papá y dos pequeñitos, de preferencia niño y niña, pero con el tiempo los tipos de familia han cambiado notablemente. Hoy existen familias binucleares, producto de la separación de una pareja con hijos donde los hijos cuentan con dos hogares; extensas, que incluyen miembros de diferentes generaciones, abuelos, tíos, primos viviendo bajo el mismo techo; homoparentales, en las que la pareja esta constitiuda por personas del mismo sexo; de padres solteros y, hasta podríamos decir, familias elegidas, aquellas que sin ser consanguíneas forman un hogar.
El engranaje familiar
Para que cada familia funcione requiere tener una estructura clara que la sostenga y, como toda estructura, esto implica que las partes que la constituyen ocupen el lugar que les corresponde. Así, los padres o los adultos a cargo tendrán por jerarquía, más poder y, por ende, más autoridad y responsabilidad.
A lo largo de la vida familiar los roles de los padres -que implican funciones y tareas particulares para el mantenimiento y buen funcionamiento de la familia- pueden ser más o menos negociados, acordados y actualizados dependiendo de las necesidades, características y las transiciones de la familia.
Lo que no cambia
Los adultos a cargo deben sostener su lugar de poder y responsabilidad, esto no implica que sean autoritarios y abusivos, sino que sean los “capitanes del barco”. Cuando un hijo se posiciona como la autoridad familiar (explícita o implícitamente), ya sea por la falta de capacidad o responsabilidad de los padres o bien por la alianza que hace con alguno de ambos progenitores en contra del otro, la cosa se pone mal, cobrando costos particulares a los hijos que no pueden vivir las etapas de desarrollo que les corresponden, y dejando a los adultos en un juego de poder o de dependencia que tampoco les permite madurar como adultos, ni cumplir con sus funciones parentales, ni vivir una experiencia de pareja cabal. Para que la familia funcione se necesita que cada quien desempeñe su papel.
Rol de pareja y rol de padre o madre
Ahora, una cosa es ser parte del equipo parental con sus implicaciones de crianza y educación, y otra es ser parte del equipo conyugal, en que los mismos miembros desempeñan papeles diferentes para cultivar la relación de pareja, su disfrute y su amor.
Cuando las parejas deciden tener hijos, la llegada de nuevos integrantes hace que cambie la dinámica de la relación radicalmente; pasar de ser pareja a ser padres no significa que las necesidades propias y las de la relación deban dejarse de lado. Y es cierto que los hijos necesitan del sustento parental en los años de formación, pero también es un hecho que, tarde o temprano, y sobre todo si se les educa y se les nutre de lo que requieren para “volar”, tomarán su propio camino para realizar su proyecto de vida personal.
Como verás, lograr que todo funcione bien es todo un malabar y requiere que los adultos a cargo hagan un balance entre sus rol como padres y su rol como pareja. Hay parejas separadas que terminan con el equipo conyugal, pero conservan el parental “hasta que la muerte los separe”.
Confío que estos consejos te puedan ayudar:
- No dejes que los hijos tomen el control de tu vida –no quiere decir que los dejes olvidados y relegados-; pero por su propio bien y el la pareja va a ser necesario recuperar espacios y tiempos reservados para la relación: lugares en la casa, tiempo en el día, en las vacaciones.
- Para mantener vivo el amor de pareja hay que actualizar constantemente los acuerdos conyugales: la distribución de tareas, la satisfacción de las necesidades personales, el pedir ayuda para prevenir resentimientos y el poder construir espacios de goce y complicidad.
- Si bien la crianza es un trabajo de pareja, también es muy útil tener una red de apoyo, de modo que la relación tenga tiempo y espacio para darse un respiro y disfrutarse. Familiares, amigos y empleados de confianza podrán ser parte de este equipo de apoyo durante los momentos más demandantes de la crianza.
- A los hijos no se les tiene que explicar TODO, ni pedirles permiso para tomar decisiones que corresponden a los adultos. Esto los pone en un lugar que no les corresponde y genera un sentido de competencia e inadecuación, además de darles un poder que no saben manejar. No es lo mismo considerarlos o darles alguna explicación a que de ellos dependa la decisión
- Siempre es importante delimitar los territorios que no les corresponden a los hijos, en tiempo, en espacio y en participación. Esto da un aire a los padres/pareja, y también pone límites saludables y protectores a los hijos.
Recuerda que los hijos se irán, lo ideal es que se vayan lo mejor equipados posibles, y que de paso dejen a la pareja con la complicidad necesaria para seguir disfrutando y construyendo su vida y su amor.
Del blog de: http://www.terediaz.com