Por: José María Enríquez, Psicólogo infantil.
La ansiedad infantil puede manifestarse de manera enmascarada, detrás de una variedad de síntomas. En diversas ocasiones se manifiesta a través de síntomas físicos y cognitivos, tales como: temblores, problemas para dormir, dolores abdominales sin una causa médica aparente, dolores de cabeza, sudoración en manos, náuseas, dificultades en control de esfínteres, inatención y tartamudez.
A nivel cognitivo, la ansiedad puede mostrarse en forma de miedo o preocupación (cualquier pensamiento que les genere inquietud o distorsiones cognitivas), así mismo, puede hacer que los niños estén irritables y con dificultad para concentrarse e incluso, con problemas para dormir.
Si bien algunos niños presentan una tendencia a ser, por naturaleza, más ansiosos que otros, es común observar que muestran claros síntomas que les hacen poner demasiada atención en la parte “riesgosa de las situaciones” o a sentirse preocupados. Por lo que, es importante destacar que es algo absolutamente normal en la vida experimentar cierta ansiedad en situaciones especificas de la vida, pero cuando no es así, y se observa que se manifiestan características persistentes y graves dentro o fuera del hogar, es recomendable que los padres de familia y maestros actúen bajo las siguientes pautas:
-Practicar técnicas de respiración. Jugar a inhalar y exhalar, utilizando el mecanismo básico que conocemos de respirar empleando juegos donde simulan una sopa caliente, un chocolate hirviendo, un juego de burbujas, el oler una flor, etc.
-Explicar que es lo que tú como adulto, percibes que él o ella están sintiendo, y reflejárselo, pues los niños a veces no discriminan lo que sienten y el simple hecho de descubrirlo, para lograr después ponerlo en palabras, ayuda mucho para empezar a regularlo, tan solo piensa en la angustia de un pequeño que siente una cantidad de cosas dentro y no saber qué es eso.
-Conectar con el menor en actividades recreativas, sociales, o simple ocio en donde precisamente no tengas que estar “encima de él” dirigiendo, regañando, solo disfrutar entre ambos: andar en patines, bici, nadar, parques, pintar juntos, etc. Recuerda que es fundamental romper el esquema de tecnología excesiva, más tareas escolares, más exigencias del hogar; de vez en cuando, gocen del placer de los hobbies.
-Animar al niño a hacer una lista de actividades que salieron bien diariamente, al final del día, ya que ayuda a los menores con ansiedad a que desarrollen un estilo cognitivo más optimista, estimulando que sean capaces de fijar su atención en lo positivo, así como ponderar diariamente sus éxitos.
-Estimular al niño en la imaginación de escenas agradables, por las noches jugar a que se imaginan un lugar relajante, tomando conciencia de las sensaciones y sentimientos de relajación en su cuerpo. O bien, puedes comentarle que se imagine una caja donde meterá las preocupaciones que le molestan, para que use su caja cuando lo necesite o cuando quiera estar haciendo otras cosas. Posteriormente 15 minutos al día opta por permitirle ser escuchado sobre sus preocupaciones, sin exceder el tiempo que se estableció en el día.
– Ayudar a que detecten sus pensamientos negativos, preguntándoles qué es lo que están pensando de esa situación que les preocupa tanto o les da miedo, puedes incluso animarlos para que dibujen personajes u objetos que representen los pensamientos, haciendo un cómic de sus distorsiones cognitivas, para posteriormente plantear otros personajes con pensamientos alternativos o positivos.
Finalmente, mamá y papá, recuerden que es muy importante que los niños sientan que los escuchamos y comprendemos, pero recuerda que la comprensión no se basa en que el menor no se enfrente a aquello que le genera ansiedad, sino en analizar el porqué de ese miedo o preocupación, para después aportarle los recursos suficientes para que consiga superarlo.
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