Por: Rosela Abaroa Garrido, Psicóloga. 

Este es un llamado a la acción para iniciar la conversación. El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Esta es una problemática que afecta a más de 700,000 personas a nivel global. El objetivo de este año es cambiar la narrativa, abrir el diálogo para tener una perspectiva más amplia de este tema tan complejo, reducir el estigma y generar espacios seguros y compasivos donde se pueda brindar acompañamiento profesional y social.

Actualmente, México ocupa el tercer lugar en la región de las Américas, con un total de 8,351 muertes por suicidio al año. El suicidio es la tercera causa de muerte para la juventud mexicana entre los 18 y los 29 años, seguido
de las personas entre 30 y 59 años. Existe una mayor tasa de fallecimientos en hombres (10.4 de cada 100,000) en comparación con las mujeres (2.2).

Entendemos como suicidio el acto deliberado de quitarse la vida. El comportamiento suicida abarca un espectro amplio de conductas, desde el intento de suicidio hasta las conductas preparatorias. Por otro lado, tenemos la ideación suicida, que se refiere a pensar, considerar o planificar el acto. Cuando una persona expresa que desea terminar con su vida y que tiene un plan para realizarlo, es necesario tomar acciones inmediatas para buscar alternativas que alivien su malestar. No se debe considerar esto como una forma de “querer llamar la atención”, sino como una forma de pedir ayuda.

Factores de riesgo:

Intentos previos de terminar con la vida, situaciones de estrés y malestar emocional, la vivencia de un evento traumático, antecedentes familiares de suicidio y/o enfermedades psiquiátricas, abuso de sustancias como alcohol, drogas o analgésicos, dolor crónico, estrés financiero. Además, rasgos psicológicos como la tendencia a la impulsividad, rigidez cognitiva, sensibilidad al rechazo y la inestabilidad emocional.

Signos de alerta:

Si bien hay muchos factores que pueden llevar a una persona a cometer suicidio, es importante prestar atención a algunos signos que pueden ser alarmantes: experimentar dolor que parece imposible de sobrellevar, desesperanza y soledad, constantes pensamientos negativos, dificultad para imaginar alguna otra manera de sobrellevar la situación complicada por la que está pasando, sentir que los demás estarían mejor sin ti y/o dificultad para entender por qué te sientes de esta manera. Así como expresar ideas como “estarían mejor sin mí”, “no vale la pena vivir”, etc.

Si una persona necesita ayuda:

1. Pregunta: ¿Estás pensando en suicidarte? No es una pregunta fácil de hacer, pero abre el diálogo con la persona en crisis y puede ayudar a disminuir su malestar.

2. Mantén a la persona a salvo: Restringe el acceso a medios para suicidarse, como plaguicidas, medicamentos, armas de fuego, etc.

3. Estar presente: Escucha con atención, sin juzgar, buscando entender lo que la persona en riesgo está pensando y sintiendo.

4. Ayúdale a establecer una conexión: Contacta con un especialista de salud mental, un familiar, amigo o un asesor espiritual.

5. Mantente en contacto con la persona después de la crisis.

No estás solo/a. Acércate a una persona de confianza y/o a un profesional de la salud mental. Juntos podemos crear una vida que valga la pena vivir.

Si estás pasando por una crisis, en México contamos con los siguientes números que están disponibles las 24 horas del día: Línea de la Vida 800 911 2000, número de urgencias 911.

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