Segunda parte.
Por: P. Juan Antonio Torres, L.C.
En el artículo del pasado mes de junio 2023, comentábamos la importancia de la figura paterna en el desarrollo de los hijos.
Veíamos que, el papá es transmisor de identidad y valores, es forjador del comportamiento y ofrece identidad psicosexual a los hijos. Pero no se queda todo ahí. El papá, además, cumple otras funciones indispensables para el sano desarrollo de los hijos:
4. El papá funge como “catalizador”: En el ámbito de la química, un catalizador es aquella sustancia que incrementa o reduce la velocidad de una reacción química. En el ámbito de la psicología, todos los niños necesitan de un “puente” que les ayude a conectar adecuadamente su mundo interior con el mundo que observan en el entorno. Durante la primera infancia, los niños viven inmersos en un mundo fantástico y solo, poco a poco, se van abriendo a los retos de la realidad. Este proceso no está exento de riesgos. Hay niños que nunca logran salir de la fantasía y viven una realidad ficticia hasta bien entrados en la vida adulta. En este sentido el papá funge como catalizador entre la fantasía y la realidad. El comportamiento paterno provee al hijo del marco normativo necesario que permite a éste percatarse de la realidad y superar su instalación provisional en la mera fantasía o en la deseabilidad instintiva. Si, por ejemplo, el hijo sueña con ser un gran artista o un famoso futbolista, es muy lícito y sano cultivar estos sueños. Pero el papá deberá ayudarle a “aterrizar” un plan para que comience a tocar la guitarra con un maestro o a ir a una academia de fútbol; y deberá hacerle ver que esos sueños implican disciplina y tienen un costo económico. Si el papá está ausente en este proceso, cuando el niño llegue a la edad adulta no habrá asimilado esa elemental lección de la vida: que toda decisión implica unos costos. Y, por tanto, será incapaz de llevar a conclusión sus proyectos de vida, como puede ser el emprendimiento de un negocio o, incluso, la misma vida matrimonial.
Con todo, la función de ser “catalizador” no se queda ahí. El tránsito del mundo interior al mundo exterior también tiene la dirección inversa: del mundo exterior al mundo interior. Cuando el niño afronta un reto nuevo también necesita de alguien que le ayude a descifrarlo y a asimilarlo del modo adecuado.
Hace unos meses me tocó presenciar una escena conmovedora: estábamos en la final del torneo de fútbol de niñas de secundaria. El resultado era de un empate de 1 a 1. A pocos minutos de que terminara el partido, una de las defensas desvió el balón y provocó un autogol… en cuanto sonó el silbato que marcaba el final del partido, la niña que provocó el autogol salió corriendo de la cancha y fue al encuentro de su papá que estaba ahí observando. La niña convertida en un mar de lágrimas se echó desconsolada a los brazos de su papá; este la acogió con fuerza y ternura, y le repetía insistentemente: “no pasa nada, es un juego, eso nos pasa a todos, no te preocupes…” Inmediatamente llegaron también las compañeras del equipo y abrazaron a la amiga y al papá que en ese momento eran una sola cosa. La escena fue verdaderamente espectacular. Lo que había sido un momento de fracaso estrepitoso se convirtió en un acontecimiento de amor incondicional y de amistad a toda prueba.
Mientras observaba la escena con los ojos llorosos, me preguntaba interiormente: “¿Qué habría sido de esta niña si su papá no hubiera estado ahí?”
La cercanía del papá y su perspicaz observación de la realidad ofrece al hijo el parámetro para afrontar y tomar control de los retos cotidianos de la vida.
Un consejo práctico: procura estar presente en los momentos de “riesgo” de los hijos y ayúdales a responder a sus interrogantes (¿qué está pasando?), a asimilar correctamente lo sucedido y sacar una lección para el futuro. (continuará…)