Por: Dr. Pazo Paz, Psicólogo Humanista Gestalt, Coach & Trainer / Desarrollo Humano – Profesional – Espiritual. 
Este mes de noviembre, al inhalar el aroma de copal y sentir la cercanía de nuestros seres queridos, el corazón nos lleva inevitablemente a la raíz: nuestros ancestros. Es un tiempo para honrar, pero también para sentir el profundo cambio que ocurre en nuestras vidas cuando los pilares de la familia parten.
La partida de un padre, una abuela, o la matriarca/patriarca, activa un duelo que va más allá de la tristeza. Es la pérdida de la conexión ascendente, y la vida nos susurra: “Ahora, el faro eres tú.”
La Columna Caída y la Nueva Tarea
La Tanatología Humanista nos da las herramientas para comprender este momento crucial. Cuando el referente familiar se va, sentimos un vacío que es doble:

  • El Fin del ‘Escudo‘: Se acaba la capa de protección. Ya no hay una persona “por encima” de nosotros en la estructura que asuma las últimas y más grandes responsabilidades. Nos sentimos, por primera vez, totalmente expuestos.
  • La Transferencia del Liderazgo: La energía familiar mira ahora hacia ti. El cargo de cabeza de familia o referente principal no es un título que se pide, es un nombramiento existencial que la vida te otorga. Se activa la urgencia de ser el ancla para la siguiente generación.

Sentir miedo o presión es humano. No solo estás de duelo por la persona; estás de duelo por tu antiguo rol y por la sensación de seguridad que ellos brindaban.

 La Magia del Vínculo Espiritual: Honrar y Liberar
El corazón de la Tanatología Humanista es que el amor no muere, solo se transforma. Nuestra tarea es convertir el dolor por la ausencia física en una fuerza espiritual que nos impulse.
Aquí es donde entra el trabajo de liberación y asunción de responsabilidades:

  • Toma la Fuerza, Suelta el Peso: El gran secreto es diferenciar entre el legado de amor y las cargas pendientes. Toma con gratitud todo lo que te nutrieron (los valores, el amor, la fe), pero ten la valentía de dejar ir lo que no te corresponde: sus culpas, sus rencores no resueltos o sus viejas preocupaciones. Tu vida es tuya; suelta las mochilas ajenas.
  • El Diálogo del Alma: No necesitas una técnica compleja. Te invito a tener un diálogo interno, sincero y amoroso con ese ancestro. Habla con su recuerdo: dale las gracias, pide perdón si sientes que debes, y declara tu intención de seguir adelante honrando su vida al vivir la tuya con plenitud. Este simple acto de poner en palabras lo que sientes es profundamente sanador.
Tomar el Manto con Propósito
Al asumir tu lugar como guía o referente, no intentas ser una copia de ellos. Tu mayor homenaje es ser auténtico.
El desarrollo humano y espiritual en este proceso se resume en:
  • Decir ‘Sí’ a Tu Talla: Reconoce tu capacidad para liderar, amar y sostener a tu familia. Eres el resultado de toda esa línea de vida; tienes la sabiduría en tus genes y en tu corazón.
  • Liderar con Amor Propio: Tu liderazgo debe nacer desde tu bienestar. No puedes dar lo que no tienes. Cuidarte es la primera forma de honrar el regalo de la vida que ellos te dieron.
  • Ser la Luz para el Mañana: El dolor de la pérdida se transforma en propósito cuando usas esa experiencia para guiar a la siguiente generación con más compasión, sabiduría y conciencia de lo verdaderamente importante.
La Promesa de la Cempasúchil
Este noviembre, al encender la vela, haz una doble promesa: una a tus ancestros (de mantener vivo su amor) y otra a ti mismo (de asumir tu nuevo rol con fuerza y dignidad).
El espacio que ellos dejaron no es un hueco vacío, sino un sitio que te espera para que crezcas en él. Es tu momento de ser el pilar que sostiene el cielo de tu familia.