Por: P. Juan Antonio Torres, L.C.
La noche de Navidad es, sin duda, uno de los momentos más bellos del año. Es el
cumpleaños de Jesús, nuestro Salvador y Redentor. Y durante esa noche todos
compartimos la alegría de su venida. Pero nos puede suceder que celebremos esta
fiesta con muchos elementos muy bellos, y se nos olvide invitar a aquel a quien
estamos festejando. Por ello, quisiera compartirte unas sugerencias para vivir una Noche Buena
especial con unas sencillas instrucciones.
Instrucciones para la noche de Navidad
Se trata de compartir la alegría del nacimiento de Jesús, haciendo esta reflexión
con tu familia el día de la Noche Buena, preferentemente antes de cenar y de abrir
los regalos. Se hace alrededor del nacimiento y de la corona de adviento con las
cuatro velas encendidas, con una vela blanca (apagada) en el centro.
El padre o cabeza de familia dirige:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hoy nos encontramos reunidos celebrando el nacimiento de nuestro Señor Jesús. Dios, en su inmenso amor, envió a su Hijo para redimirnos del pecado. Él nos reúne esta noche y, unidos como la Familia de Nazaret, quiere decirnos que quiere vivir con nosotros y compartir nuestra casa. Nosotros queremos darle la bienvenida esta
noche.
Uno de los hijos lee la Palabra de Dios:
“Había en la misma comarca unos pastores que dormían al raso y vigilaban su rebaño por turnos durante la noche. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria de Dios los envolvía en su luz y se llenaron de temor. El ángel le dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el
Cristo Señor. Y esto os servirá de señal: Encontraréis un niño envuelto en pañales acostado en un pesebre». Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lc 2, 8-20).
La madre de familia dice:
Señor, así como encendemos esta luz para recordar que estás entre nosotros, Tú que eres luz del mundo, enciende nuestras vidas.
(Se enciende el cirio).
Hagamos todos un momento de silencio. Quien quiera puede hacer una breve reflexión sobre la lectura explicando la experiencia del nacimiento de Cristo en su propio corazón. Alguno de los más pequeños de la familia tomará al Niño Jesús y lo
pasará a todos los presentes para que lo besen, recordando la adoración de los pastores a Jesús, nuestro Dios, en Belén. Al finalizar lo colocará en el pesebre.
El padre de familia concluye:
Dios Padre, que nos enviaste a tu Hijo muy amado, derrama tu bendición sobre nuestra familia, para que, así como ahora acogemos gozosos, a tu Hijo, lo recibamos también confiados cuando venga al fin de los tiempos. Amén.