Por: Rosela Abaroa Garrido, psicóloga.

Sabemos que en la crianza no suele venir un manual de instrucciones que podamos seguir al pie de la letra. En muchas ocasiones, aunque deseamos brindarle seguridad y amor a los más pequeños de la casa, podemos llegar a caer en la trampa de la sobreprotección. Hoy te quiero contar un poco de los efectos negativos que esto puede tener en el desarrollo de los niños y qué podemos hacer para fomentar más su autonomía.

La sobreprotección se refiere a un estilo de crianza, donde los padres están constantemente asegurándose que la hija o hijo tome buenas decisiones, con el fin de evitar cualquier daño físico o emocional. A pesar de que suele evitar experiencias desagradables, dolorosas, rechazos o fracasos, en la vida del pequeño, el efecto a corto y largo plazo, involucra consecuencias negativas en la salud mental del pequeño.

Algunos efectos negativos en el niño son:

– Baja autoestima y confianza en sí mismo. Cuando no se le permite al niño tomar sus propias decisiones, se le limita la posibilidad de aprender a resolver problemas del día a día. Lo cual, genera dependencia a los padres en la toma de decisiones.

– Inseguridad y ansiedad. Cuando a los niños no se les permite tomar sus propias decisiones, su autoestima se ve comprometida, generando un estado de ansiedad cuando se enfrentan a situaciones nuevas.

– Falta de resiliencia. La resiliencia, es la capacidad de recuperarse ante las adversidades de la vida. Cuando la autonomía está comprometida y no se le permite al niño explorar por sí solo, se puede obstruir la posibilidad de desarrollar la resiliencia. Se puede ver reflejado en la frustración al cometer un error o cuando las cosas no salen como lo tenía en mente.

¿Cómo generar autonomía?

– Permítele participar en la toma de decisiones. La persona responsable del menor ofrece dos opciones que son adecuadas para la actividad que se esté realizando; por ejemplo, si es hora de vestirse para salir, permite que escoja entre las opciones que tu seleccionaste previamente.

– Fomenta su independencia. Además de permitir que tomen sus propias decisiones, bríndale la oportunidad de contar con responsabilidades que vayan de acuerdo a su edad.
– Permite el fracaso. Permite que se equivoquen, que vuelvan a intentarlo y que aprendan la situación que ya vivieron. Comunica lo que pasó, fomenta el aprendizaje que hay en cada “fracaso”.

– Usa palabras que lo alienten y motiven. Cuida el lenguaje que utilizas cambiando el “no te vayas a caer”, por un “observa por donde caminas”, “fíjate donde pones tus manos”, “¿te sientes cómodo subiendo tan alto?”.

Recuerda que tú eres, además de su madre o padre, un maestro. Fomentar su autonomía no significa que ya no te van a necesitar o que tengan que hacer todo por sí solos. Más bien es acompañarlos en este proceso de aprendizaje. Permite que exploren y conozcan sus propios límites. Caerse, rasparse y fallar, son partes inevitables de la vida. Aprender a levantarnos desde pequeños, nos va a permitir ponerlo en práctica con mayor facilidad en la adultez. Permítele a tu hijo o hija equivocarse, de esta manera será cada vez más resiliente y podrá afrontar las adversidades con mayor facilidad.

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