El Día del Padre es una invitación no solo a celebrar, sino a cuestionar: ¿Qué significa ser padre en un mundo donde muchos repiten patrones de ausencia emocional bajo el disfraz del “proveedor”? Desde mi enfoque, como psicoterapeuta humanista, veo a diario las consecuencias de una paternidad reducida a lo material, y hoy quiero abrir el diálogo sobre cómo sanar estas heridas.

La paternidad desde la psicoterapia humanista.

La corriente humanista, con figuras como Carl Rogers y Abraham Maslow, nos recuerda que todo ser humano necesita amor incondicional, validación y presencia para florecer. Cuando un padre se limita a su rol económico, incumple una necesidad básica: El vínculo afectivo.

En mi consulta, escucho frases reveladoras:
– “Mi papá me dio todo, menos a él mismo”.
– “Sé que me quiere, pero no lo siento”.
– “No quiero ser como mi padre, pero no sé cómo hacerlo distinto”. Estas palabras reflejan un duelo no resuelto: El de los hijos que anhelaron conexión y recibieron solo objetos.

¿Por qué algunos padres se esconden en el rol de proveedor?

Desde la mirada humanista, identifico tres raíces frecuentes:

1. Heridas transgeneracionales: Padres que repiten el modelo que vivieron (“A mí nadie me enseñó a ser afectuoso”).
2. Miedo a la vulnerabilidad: La masculinidad tradicional les exige “fortaleza”, negando su necesidad de conexión.
3. Autoexigencia mal entendida: Creer que su valor está en lo que dan, no en cómo aman.

Consecuencias: El vacío que el dinero no llena

Los estudios en psicología humanista demuestran que la carencia afectiva paterna genera:

– Ansiedad de abandono: Hijos que buscan llenar ese vacío en relaciones dependientes.

– Dificultad para autorregularse: La falta de contención emocional en la infancia se traduce en adultos que reprimen o estallan.

– Autoexigencia desmedida: Hijos que repiten el mensaje implícito. “Solo seré amado si produzco”.

Terapia humanista: Un camino hacia la paternidad auténtica

Como terapeuta, trabajo con padres e hijos para:

– Romper la ilusión del “amor por obligación”: El vínculo no se construye con deberes, sino con presencia genuina.
– Sanar al niño interior del padre: Muchos hombres deben primero conectar con su propia herida para no transmitirla.
– Reaprender el lenguaje del afecto: Abrazos, palabras de afirmación y tiempo de calidad son actos revolucionarios.

Ejercicio práctico: Una carta para reconciliarse

Invito a los lectores a escribir (sin enviarla aún) una carta a su padre, contestando:
– ¿Qué necesitabas de él y no recibiste?
– ¿Qué sí agradeces?

Este ejercicio, puede ayudar a abrir conciencia y a liberar emociones estancadas.

Un nuevo modelo: El padre “Suficientemente bueno”

Inspirado en Winnicott, propongo una paternidad que: – No es perfecta, pero es consciente.
– No lo da todo, pero da lo esencial: Amor visible.
– No exige gratitud, sino reciprocidad emocional.

Este día del padre, regalemos presencia

Como terapeuta, sé que nunca es tarde para transformar la paternidad.
– A los padres: Les invito a preguntarse: ¿Mis hijos me recordarán por mi salario o por mi calor?
– A los hijos: Les digo que sanar esa herida es posible.
La psicoterapia humanista no juzga, sino que acompaña a reescribir la historia.

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