Por: Luisa Benítez, CEO de la Universidad Digital Continental.
En un mundo donde las fronteras se desdibujan rápidamente y la interconexión es la norma, la educación intercultural y global emerge como un pilar fundamental para la formación de ciudadanos del siglo XXI. La importancia de esta forma de educación y cómo las escuelas pueden convertirse en catalizadores de comprensión, tolerancia y ciudadanía global, a través de enfoques innovadores y colaboraciones internacionales.
En primer lugar, es esencial reconocer la creciente diversidad cultural y la interdependencia global que caracterizan nuestro mundo contemporáneo. Desde las migraciones transnacionales, hasta la difusión instantánea de información, a través
de Internet. Bajo este contexto, la educación intercultural y global se convierte en un vehículo indispensable para preparar a las generaciones futuras, para navegar y prosperar en este entorno diverso y complejo.
Una de las piedras angulares de la educación intercultural y global se basa en la promoción de la comprensión intercultural. Esto implica no solo el conocimiento superficial de diferentes culturas, sino también la capacidad de apreciar y respetar las diferencias culturales, así como de encontrar puntos en común que nos unan como seres humanos. Las escuelas pueden fomentar esta comprensión, a través de programas que incluyan intercambios culturales, estudios de casos internacionales y actividades que promuevan el diálogo intercultural.
Además, la educación intercultural y global, busca fomentar la tolerancia y el respeto hacia las diferencias. En un mundo donde los conflictos entre países son una realidad lamentable, es crucial cultivar la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Las escuelas pueden desempeñar un papel crucial al proporcionar espacios seguros para el debate abierto y el intercambio de ideas, así como al enseñar habilidades de resolución pacífica de conflictos.
La educación intercultural y global aspira a desarrollar ciudadanos globales comprometidos con el bienestar de la humanidad en su conjunto. Esto implica, no solo una comprensión de los problemas globales, como el cambio climático y la desigualdad, sino también la voluntad de actuar en consecuencia. Las escuelas pueden promover esta ciudadanía global, a través de proyectos de servicio comunitario a nivel local e internacional, así como, a través de colaboraciones con organizaciones no gubernamentales y otros actores globales.
Es por ello que, a través de enfoques innovadores y colaboraciones internacionales, las escuelas pueden desempeñar un papel fundamental en la promoción de la comprensión intercultural, la tolerancia y la ciudadanía global entre las generaciones futuras. Solo, mediante el reconocimiento y la celebración de nuestra diversidad cultural, así como, a través del compromiso con valores compartidos de justicia y humanidad, podemos construir un mundo más inclusivo y sostenible para todos.