Por: Eddie Zaletas/ @chancladeperro
A lo largo de un poco más de medio milenio, Veracruz ha sido, en más de una ocasión, artífice del mestizaje gastronómico, que da pie a la identidad que tenemos hoy como mexicanos.
Viejo curioso o niño explorador, Veracruz ha sido anfitrión y cuna de cada ingrediente y manos que han sembrado su legado en nuestro patrimonio gastronómico nacional.
Guajolote, mole y chito. zaragalla, chilpachole y gandinga. Veracruz se transforma día a día, suspirando entre portales, bailando con los truenos y secándose el sudor con hojas de palma. Este guerrero imbatible, trovador y risueño, es de quien lo goza y está dispuesto a enamorarse, de quien se zambulle en sus texturas, aromas y sabores, de quien está dispuesto a disfrutarlo intensamente y devorarlo con locura.
Veracruz, es más que arroz con pescado, volovanes y café, y aclaro, no es que esto nos salga mal, pero siendo uno de los estados del país con mayor biodiversidad, es de suponerse que, la riqueza gastronómica de esta tierra fértil emana de un sin fin de productos y la complejidad de su cultura mestiza. No creo que haya una cocina veracruzana per se, creo que hay cientos de ellas y muchas más que se siguen construyendo y aportando día a día, todas, lo suficientemente reconfortantes para llenarte el alma.
Lo tradicional de esta tierra es el producto y la riqueza está en su gente que lo transforma en experiencias gastronómicas deliciosas. Es por esto que si quieres conocer la raíz de nuestra cocina mexicana, te invito a viajar por Veracruz, a través de la boca, dejarte enamorar con sus sabores y respirar el alma de sus cocinas que hacen de este estado único.